18 de diciembre de 2009

Cara a cara con Shakespeare

A los clásicos se les tiene respeto, en todos los terrenos. En el que yo mejor me manejo, en el teatro, hay muchos autores consagrados, que escribieron sus obras hace siglos y que tienen un renombre que impresiona. Éste es el caso de Shakespeare.

Mi primer contacto con un texto suyo fue esta primavera, en Layton, cuando tuve la suerte de trabajar una escena de Helena y Demetrio, de Sueño de una noche de verano. Pero en ningún otro momento me he acercado a la obra del dramaturgo inglés, solo para leerla.

Pero hace unos días, en el curso Shakespeare o la palabra hecha acción, de Will Keen (Cheek by Jowl, Royal Shakespeare Company), hemos tenido Shakespeare para un rato. Monólogos, escenas... incluso hemos estudiado el verso del que hacía uso, el pentámetro yámbrico.

Ha sido un curso intenso, pero básico. Will se ha limitado a enseñarnos qué es interpretar: escuchar al compañero y trabajar en base a la verdad. Además, como él nos decía, no ayuda nada acercarse a Shakespeare con miedo, tenemos que ser incluso irreverentes y descubrir que muchas de las cosas que decía podían tener sentidos literales, tan "sencillo" como eso. Despojarnos de los tópicos, descubrir un alma llena de amor de Lady Macbeth, dibujar la insolencia de una Julieta que impaciente espera a su ama, ver cierto humor en Ricardo III...

Gracias a Will hemos jugado con unos textos que suelen ser complicados, pero estos días de diciembre todos hemos disfrutado como niños y hemos exprimido el curso hasta la última gota.

Ahora empiezo a comprender a Shakespeare, alguien tan humano como tú o como yo.

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