23 de octubre de 2011

El viaje del centauro, el sexo y la fiesta del amor




Estar entre amigos siempre es algo excitante, algo por lo que deberíamos estar agradecidos. Ayer acudí con amigos a un espectáculo de amigos hecho para ver entre amigos. "Mala suerte o falta de talento", última producción de Mopa, se estrenó este fin de semana en el Teatro Central (Sevilla) y ha sido una fiesta.

Dicen ellos que "es un espectáculo con música en directo que versa sobre el Amor. Inspirados en bailes de extrarradio (el daggering, el kuduro, el choque, el footwork o el krumping,... ) los personajes juegan, se arriesgan y trabajan con referencias musicales, geográficas y de color para contarnos una historia de amor como en las películas de aventuras."

El show, basado en una pieza breve de Juan Luis Matilla y Raquel Luque ganadora del primer premio del certamen coreográfico de Madrid 2009, fue un recorrido de montaña rusa.

Al principio (para mí lo mejor) nos llevaron a lomos de un monstruo híbrido formado por Juan Luis y Raquel, a mí me pareció un "sagitario", un centauro, un ser mitológico que prende un camino a veces angustioso, a veces cómico. Un trabajo corporal asombroso, chocante, sobrio, sin música. Solo ellos, para qué más.

Luego, tras someternos al mundo "Star wars" donde son Leia y Han Solo, es el turno de compartir el juego con dos personajes inquietantes (Roberto Martínez y Eloísa Cantón), quién sabe a lo que vendrán, pero bienvenidos sean. Después de pruebas, partidas de videojuegos, bacanales orgiásticas (en las que eché de menos sexo homosexual femenino, por decir algo) y por supuesto mucho humor, los chicos de Mopa se despojan, parece que descansan unos segundos y, cuando te pillan quizás desprevenido, se te agarran a las entrañas, o a la boca del estómago. Te cantan debajo de un cactus al son de una concertina y un bajo, mientras en la pista de baile dos cuerpos antitéticos se están enamorando.

Entre todos forman un cuarteto surrealista, antibucólico, bufo y maravilloso. Creo que es muy importante que alguien al salir al escenario lo llene, que incluso sin hacer nada te transmita algo. Ellos lo hacen por descontado. Enhorabuena. Estoy segura de que eso habrá estado del lado de Fran Torres, cuya dirección queda implícita, y sabe darle forma al raudal de propuestas que han tenido que ser esos ensayos. Al igual que la asesoría musical, la iluminación y el sonido, que podría haber corrido a cargo de cualquiera, pero con Benito Jiménez mucho mejor y así todo queda en familia. Porque, volviendo al principio, y como decía alguna amiga en la cena después del espectáculo, no importa dónde empieza o dónde acaba, lo fundamental es que es una creación colectiva donde todos hacen todo, porque son una familia, son amigos.

Sofía decía que lo que más le sorprendió es que la pieza le resultó ser una metáfora de cómo consumimos. Y yo ahora, después de pensarlo más tranquilamente, reconozco eso sobre todo en las transiciones de un momento a otro, todo estaba lleno de fades en los que "la fiesta" nunca decaía y que imagino que eran fruto de la desvariación, de estirar una misma cosa, hasta convertirla en otra. Era todo un"re-enganche", un ensamblaje.

"Mala suerte o falta de talento" es posible precisamente por lo contrario a su título. Ayer vimos a unos chicos que rebosan ingenio y que como decía mi amigo Fran, apuestan por restar solemnidad a la danza, al teatro. Ellos pueden permitirse hablar de lo que quieran, tienen mucho detrás y saben lo que hacen o al menos lo que pretenden. Ésa es la diferencia entre tener talento o hacer el mamarracho.

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